La macroeconomía espera más correcciones. La gestión del presidente Javier Milei busca más herramientas para captar dólares y, así, robustecer las reservas internacionales del Banco Central para salir definitivamente del cepo cambiario. El blanqueo de capitales y el paquete fiscal son instrumentos que van en ese sentido. Esa macroeconomía no observará, por ahora, un crecimiento robusto, como tampoco recuperación del consumo masivo, dice el analista económico y director de la consultora Focus Market, Damián Di Pace. Sin embargo, plantea, la sociedad argentina está esperando que, frente a tanto ajuste, los resultados económicos se observen en el día a día. “No será fácil el proceso de reconstrucción del tejido social argentino. En ese escenario, la clase media tradicional termina siendo el sándwich de la realidad política y económica”, define el consultor que el martes, desde las 11,30, disertará en el anfiteatro de la Federación Económica de Tucumán (FET), en un ciclo organizado por esa entidad y por el Instituto PyME del Banco Ciudad, entre otras instituciones. Antes de su charla, Di Pace concedió la siguiente entrevista a nuestro diario.
“Inflación cero”: la meta que tiene la gestión de Javier Milei tiene sus riesgos-¿Qué está pasando con el consumo en la Argentina?
-En principio, estamos observando que las ventas en general como consumo masivo siguen cayendo. Mes a mes, en el desestacionalizado cae cada vez menos, pero todavía estamos con volúmenes interanuales menores al 2023. No hay que perder de vista que el año pasado hubo un exceso de pesos producto de la campaña electoral y que ahora el actual gobierno ha señalado que, de ninguna manera, va a financiar el déficit fiscal con emisión monetaria. La idea es sostener el superávit fiscal primario y, además, sacar esos excedentes de pesos. Por lo tanto, estamos frente a una economía más contractiva, porque efectivamente requiere más esfuerzo del sector privado, porque el sector público hasta ahora estuvo ausente en su nivel de participación en la economía. Del lado de los consumidores argentinos, vemos que la variación salarial mes a mes va creciendo, siendo positiva, pero todavía tiene la dificultad de verse en el mercado, porque la corrección de precios relativos se va llevando una parte de ese oxígeno de bolsillo que tiene la población, ya que suben los precios de los servicios privados y también los públicos.
-Esta situación de continuidad del proceso recesivo ha llevado al consumidor a cambiar sus hábitos de consumo, ¿cuáles son los más comunes en este momento?
-Creo que esa situación se observa más porque al tener la contracción de las ventas tan importantes, las primeras marcas sabe que deben hacer más promociones y fuertes descuentos, con muy buena calidad de los productos. No es el escenario que vimos hasta el año pasado en el que las segundas y terceras marcas se llevaban parte del mercado de consumo. Hoy la gente vuelve a comprar a las primeras marcas porque tienen excedente de stock que intentan vender a través de ciertos incentivos a la demanda.
-¿Dónde quedó la clase media tradicional con la readecuación de los precios relativos que impactaron de lleno en su economía?
-La clase media viene teniendo una situación compleja desde hace varios gobiernos. En cada gobierno tuvo su dificultad, que fue diferente. En la anterior gestión, la de Alberto Fernández, los saltos cambiarios y la inflación récord que tuvo la Argentina causó una erosión importante del poder adquisitivo que golpeaba a la clase media, pero también a las clases bajas que amortiguaban la situación con los subsidios y con los planes estatales. La clase media terminó siendo el sándwich de la novela, con un exceso de presión tributaria. Ahora la situación es diferente porque en un momento en que la inflación comenzó a ceder, tenés corrección de precios relativos que la clase media también tenía subsidiada como las tarifas de los servicios y Otras prestaciones (medicina prepaga, colegios o comunicaciones) que también estaban topeadas. Ahora la clase media, en otro contexto, también está en una situación compleja. En la Argentina, a lo largo de los últimos gobiernos, lo único que se mantuvo en términos constantes, es el problema de los ingresos en una economía que no crece y que no puede distribuir más allá de lo que produce porque el ingreso termina siendo deteriorado por la pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda. Entonces, tenés un problema de ingreso de bolsillo, pero también de pérdida de poder adquisitivo por la aceleración inflacionaria que hubo en el acumulado de los últimos 14 años.
-¿En algún momento puede estabilizarse la situación socioeconómica para evitar índices tan elevados de pobreza, por ejemplo?
-Creo que las clases medias son fruto del emprendedurismo, del desarrollo de las PyME y del empleo. Eso en la Argentina no viene ocurriendo desde hace tiempo. Esa recuperación llevará décadas. Si analizamos el caso de los ingresos, que han tenido una pérdida del 30% al 37% en términos reales en los últimos cinco años, para que puedan recuperarse tendrás que esperar que se recupere la moneda y el empleo, lo que permitirá mejorar el ingreso. Esas fases llevan su tiempo y no será fácil la reconstrucción del tejido social argentino. En ese contexto, tardará en reconstruirse la clase media tradicional. En el medio tenés una determinación política en la que no ves una cohesión de la misma mirada para los próximos años. Hay una marcada definición, por un lado, de lo que ve el Gobierno y otra diferente en la oposición. Eso no le da previsibilidad a la clase media, que como dije, es el sándwich de esta realidad política y económica.
-¿Cómo está perfilada la actividad económica? ¿Se sale con una “V” (rebote rápido), una “U” (tardará un poco más) o una “L” (prolongada recesión)?
-Creo que estoy más inclinado a pensar que estamos frente a una “pipa de Nike” media falsa, donde la economía venía saliendo lentamente, pero todavía cayendo, después de lo que fue diciembre a febrero. Será muy importante la aplicación del paquete fiscal. Creo que la caída de la actividad económica de este año estará entre un 3% y un 3,5%, mientras que el consumo tendrá un retroceso del 6,9%. La recuperación por rebote llegará recién el año que viene. La determinación de política monetaria que ha tomado el gobierno posiblemente ralentice esa salida de la recesión más rápida, que muchos las esperaban en el último trimestre de este año. Probablemente corrija al alza, pero no para cambiar la actividad al signo positivo.
-¿Es probable que veamos que la inflación se mueva al ritmo del crawling peg (devaluación controlada), a un 2% mensual, como quiere el Gobierno nacional?
-La inflación núcleo, que es la que sigue el Gobierno, posiblemente pueda llegar a darse en el ciclo del tiempo deseado. La núcleo es aquella que no depende de los precios regulados y estacionales. Éstos últimos son difíciles de controlar por parte del Estado o con políticas monetarias y fiscales. Los regulados, que sí dependen de determinaciones del Gobierno, todavía necesitan correcciones por delante. Por todo eso, creo que aquella probabilidad pueda darse más en la inflación núcleo que en la general. El Gobierno tiende a buscar ese resultado del 2% mensual de variación en la núcleo. Por otra parte, nuestras mediciones nos dan un 3,8% de inflación para julio y el consumo masivo un 4%. Los precios se tienen que acomodar a otro nivel de variación para poder ser competitivo en el mercado.
"Julio va a tener la inflación más baja en lo que va del año", vaticinó Caputo-¿Hay margen económico para sostener la luna de miel de la sociedad con el Gobierno?
-Los últimos sondeos de imagen pública del gobierno siguen siendo positivos. Probablemente se hayan resentido esos números en julio por efecto de la corrección del tipo de cambio paralelo, que genera siempre problemas en la estabilidad y previsibilidad social. El gran desafío del gobierno es cómo logra transitar este sendero de corrección macroeconómica y salida del cepo sin general incremento en la variación salarial y se resienta la actividad económica. Si bien el ingreso sigue siendo el problema, viene asomando el desempleo. Allí está la respuesta social a esos fenómenos. Hasta ahora, la población -y en particular la clase media- se ha sostenido en términos positivos más allá del ajuste, entendiendo que venía de una situación delicada. Pero en algún momento, tras la luna de miel, pedirá un poco más de esfuerzo por parte del gobierno para que no le termine generando una perdida mayor en su calidad de vida.